Sin harinas, sin estufa, con todas las enzimas (si se hacen a 39°C, como indico a continuación) y ¡muy crujientes! Son “magia” para mí! Y una de mis comidas favoritas: me encantan con aceite de linaza y aguacate.
Esta preparación también puede hacerse de dulce, tipo postre crujiente o snack; reemplazando el tomate y la sal por cacao derretido o pulverizado y agregando endulzante al gusto.
El sarraceno es una maravillosa semilla (algunos lo categorizan como pseudocereal) sin gluten, con forma de pirámide, la ven más abajo en otra foto; también se le conoce como alforfón o buckwheat, este último nombre, debido a que era el sustituto del trigo durante las guerras en Rusia y a que es una planta muy fuerte, que resiste temperaturas muy bajas.
Contiene 16% de proteína y todos los aminoácidos esenciales, siendo muy rico en los aminoácidos lisina (sistema inmune, regeneración, absorción de calcio, sistema nervioso y colágeno), aminoácido arginina (sistemas inmune, hepático, renal y cardiovascular, masa muscular, cicatrización, aminoácido esencial para los niños) y aminoácido triptofano; es vasodilatador por eso es útil para mejorar la circulación arterial.
Contiene hierro, yodo, fósforo, cobre, potasio, sodio, selenio, magnesio, manganeso, cromo, calcio y altas concentraciones de complejo B; entre todos los cereales, el sarraceno es el único que contiene vitamina B4, clave para síntesis de aminoácidos como la adenina, que su vez soportan la estructura del ADN y procesos regenerativos;
Su forma de pirámide, asociada al número PHI (el número áureo / the golden ratio), que a su vez está asociado con la estructura de nuestro ADN, representa su poder regenerativo (verificado, con el análisis de nutrientes, que ya mencioné), incluso a nivel del ADN.
Por otro lado, también representa la inmunidad, la fuerza vital y la invulnerabilidad, ya que naturalmente es un alimento que durante su cultivo no es atacado por plagas y crece en condiciones ambientales extremas.